Prostitución: ¿regulación o abolición?




LEGALIZACIÓN O ABOLICIÓN DE LA PROSTITUCIÓN?


La regulación de la prostitución se asienta en el supuesto de que es un trabajo como cualquier otro y que este trabajo puede ser libremente elegido o dejado cuando se quiere como cualquier otro. Se argumenta que toda persona tiene derecho a elegir relaciones sexuales comerciales o a definir las modalidades de este intercambio sexual.

-Considerar la prostitución como un trabajo pasa por alto el fenómeno de la dominación estructural masculina sobre las mujeres, ocultando las desigualdades de clase y representando esencialmente el punto de vista de los países del Norte. La cuestión del consentimiento, de la “política de elección personal”, reposa sobre una visión liberal occidental de los derechos humanos que eleva la voluntad y las elecciones individuales por encima de todos los otros derechos humanos y de toda noción de bien común (Barry, 1995). Implica una incapacidad grave para discernir los desequilibrios estructurales sociales, económicos y políticos, y las relaciones sexuales de poder entre las mujeres y los hombres que forman el contexto de estas elecciones y decisiones. En nombre de una cierta concepción del ser humano y del bien común, la colectividad ha juzgado necesario con frecuencia poner límites a la libertad individual (venta de órganos, esclavitud, uso de drogas, etc.). Pero, quizá porque los conceptos corrientes de bien común no han incluido jamás el de la clase de las mujeres -tradicionalmente la clase “socialmente dominada” (Charlesworth, 1994)- se tolera la prostitución, en nombre de algunas mujeres que dicen elegirla libremente. Según este criterio, se habría podido admitir la esclavitud prestando atención a algunas voces de esclavos o esclavas que se declaraban contentos de su suerte.

-Considerar la prostitución como un trabajo nos lleva a preguntarnos por qué una experiencia de la intimidad humana ha sido categorizada como trabajo sexual. Esta forma de pensar no rinde cuenta en ningún caso de la violencia que constituye la transgresión de la intimidad humana. No se vende la actividad o el producto, como el cualquier trabajo, sino el propio cuerpo sin intermediarios. Y el cuerpo no se puede separar de la personalidad. El punto de vista según el cual las intrusiones repetidas en el cuerpo y los actos sexuales tolerados pero no deseados pueden ser vividos sin perjuicio es, por lo menos, dudoso. Las mujeres han referido en numerosas ocasiones sus estrategias para terminar rápidamente con el “cliente”, porque si las prostitutas necesitan y desean el dinero de la prostitución, no desean la sexualidad prostitucional que, en tanto que tal, es una forma de “violación remunerada”. Lo que las mujeres prostituidas tienen que soportar en su ‘trabajo’ equivale a lo que en otros contextos correspondería a la definición aceptada de acoso y abuso sexual. ¿El hecho de que se pague una cantidad de dinero transforma ese abuso en un ‘empleo’? La sexualidad es el placer más accesible, universal y gratuito. Es el bien más democráticamente repartido y forma parte de la vida y de la persona. Someterlo a relaciones de poder y de comercio de forma regulada no es una liberación para el colectivo de mujeres.

-Considerar la prostitución como un trabajo trivializa el fenómeno masivo del rapto, el engaño y la trata de mujeres y muchachas adolescentes que proceden principalmente de los países del Sur, y actualmente también de los países del Este de Europa, y el hecho de que son estos métodos de reclutamiento los que, de lejos, están más extendidos a escala mundial. Se refuerza además la normalización de la prostitución como una “opción para las pobres”.

-Considerar la prostitución como un trabajo de elección personal no tiene en cuenta el hecho, sin embargo evidente, de que los usuarios masculinos de la prostitución no se preocupan de saber si la “mercancía humana” que ellos adquieren consiente en ser puesta a su disposición sexual, cuestión que no les inquieta lo más mínimo. Y que es virtualmente imposible para las mujeres, especialmente para las mujeres de países empobrecidos, demostrar que ellas fueron forzadas a la prostitución o sexualmente explotadas en contra de su voluntad.

-Considerar la prostitución como un trabajo socialmente útil, argumentando que cumple un cierto número de funciones socialmente útiles –terapia sexual, compañía o prestación de relaciones sexuales a personas que sin la prostitución se verían privadas de ellas, por ejemplo los trabajadores inmigrantes aislados de su familia y los hombres mayores o con minusvalías-, presupone que la necesidad sexual masculina es una necesidad biológica que no puede ser puesta en cuestión, similar a las necesidades de nutrición. Esto contradice manifiestamente el hecho comprobado de que las personas, mujeres y hombres, pasan largos periodos de sus vidas sin relaciones sexuales ¡y sin llegar al fatal desenlace que habría tenido la privación de alimento! El capitalismo patriarcal ha alimentado una cultura del consumo sexual y el sexo no solamente es utilizado para vender todo tipo de productos, sino que ha sido él mismo reducido, a un producto de mercado.

-Considerar que la prostitución siempre ha existido no es prueba de legitimidad ni validez. También las guerras, la tortura, la esclavitud infantil, la muerte de miles de personas por hambre. La economía sumergida nutrida por mujeres es tan antigua y conocida como la prostitución, pero nadie se preocupa por regularla, aunque afecta a muchos miles de mujeres. Tenemos el deber de imaginar un mundo sin prostitución, lo mismo que hemos aprendido a imaginar un mundo sin esclavitud, sin apartheid, sin violencia de género, sin infanticidio ni mutilación de órganos genitales femeninos

POR TODO ELLO

-Consideramos que la prostitución jamás se da en condiciones de libertad; nunca es objeto de un contrato de compraventa entre personas iguales en derechos y libertades. Más que consentir, una mujer prostituta accede a la única opción que está a su alcance. Su conformidad deriva del hecho de tener que adaptarse a las condiciones de desigualdad que son establecidas por el consumidor que le paga a ella para que haga lo que él quiera.

-Consideramos que la prostitución constituye, en todos los casos y circunstancias, una enérgica modalidad de explotación sexual de las personas prostituidas, especialmente de mujeres y menores y una de las formas más arraigadas en las que se manifiesta, ejerce y perpetúa la violencia de género que debe ser abolida y no una profesión que hay que regular. Regularla es regular la violencia contra las mujeres.

-Consideramos que ver a las prostitutas como víctimas de coerción y violencia por parte de los hombres requiere pasar de ver la prostitución y la sexualidad desde la óptica masculina a verla desde los ojos de las mujeres.

-Consideramos que la prostitución es un soporte del control patriarcal y de la sujeción sexual de las mujeres, con un efecto negativo no solamente sobre las mujeres y las niñas que están en la prostitución, sino sobre el conjunto de las mujeres como grupo, ya que la prostitución confirma y consolida las definiciones patriarcales de las mujeres, cuya función sería la de estar al servicio de una sexualidad masculina.

-Consideramos que la regulación de la prostitución equivale a aceptar implícita y explícitamente un modelo de relaciones asimétricas entre hombres y mujeres, equivale a aceptar que los hombres tienen necesidades ineludibles que pueden ser satisfechas mediante el uso del cuerpo de las mujeres.

-Consideramos que la regulación de la prostitución no conduce a la igualdad social y sexual para las mujeres, sino que perpetua y reforzar las desigualdades de género en materia de derechos y de estatus. ¿Cómo vamos a educar a nuestros hijos e hijas en igualdad cuando se regula la prostitución como una opción laboral para las mujeres?

-Consideramos que los “clientes” o prostituidores, en una época de libertad sexual como la actual, acuden a la prostitución como un ejercicio de poder y sumisión sobre otra persona con la que no tienen que tener ninguna consideración porque la pagan y debe estar a su servicio, convirtiéndola en un objeto de su consumo. Un número creciente de hombres busca a las prostitutas más para dominar que para gozar sexualmente. En las relaciones sociales y personales experimentan una pérdida de poder y de masculinidad, y no consiguen crear relaciones de reciprocidad y respeto. Son éstos los hombres que buscan la compañía de las prostitutas, porque lo que buscan en realidad es una experiencia de total dominio y control.

-Consideramos que el hecho de que el sistema de la prostitución esté organizado para la sexualidad de los hombres y que los prostituidores o “clientes” sigan siendo invisibles constituye una violencia.

-Consideramos que la prostitución está dirigida por y para los varones. Un grupo muy importante de hombres parecen tener problemas con su sexualidad y la forma de relacionarse con el 50% del género humano, que creen que debe de estar a su servicio. Hay que resolver este problema y no “calmar a la fiera”, ofreciéndole mujeres. Los hombres debemos resolver nuestros problemas de socialización para aprender a vivir sin servidoras sexuales y domésticas.

-Consideramos que si las mujeres sufren frecuentemente violencias en la prostitución, no es simplemente porque las leyes no las protejan, o porque sus condiciones de trabajo no son las que debieran ser, sino porque el uso de las mujeres por los hombres en la prostitución, y los actos que en ella son realizados, son la puesta en práctica, en el plano sexual, de una cultura y de un sistema de subordinación de las mujeres. En consecuencia, la violencia y la degradación, incluso sin llegar a la acción, son condiciones inherentes a la sexualidad prostitucional. Porque, de una parte, la violencia es siempre posible, y de otra parte, la prostitución implica poder imponer el tipo de acto sexual que será practicado. Un cliente a quien una prostituta le negara un acto sexual particular o una relación sin preservativo, podrá siempre alquilar a otra mujer más necesitada que accederá a su demanda. Es por tanto otra mujer, más vulnerable, quien sufrirá los daños.

-Consideramos que la regulación no beneficia a las mujeres que son prostituidas, sino a los proxenetas y a los prostituidores, la industria del sexo, proporcionando a la industria mayor seguridad y estabilidad legal pasando a denominarse empresarios y dándoles un baño de respetabilidad. Y a los “clientes”, puesto que esto les colocaría en una situación de “normalidad”.

-Consideramos que la regulación de la prostitución aumenta la demanda de la prostitución. Incentiva a los hombres a comprar a las mujeres por sexo en un entorno social más permisible y de mayor aceptabilidad.

-Consideramos que la regulación significa control social, control policial y control sanitario de las mujeres al servicio de los “clientes”. Las mujeres que no estén controladas así se convierten en ilegales, con lo cual, tienen que ejercer la prostitución en los sitios más recónditos y más insospechados, lo que lleva a una perpetración del acto violento de una manera superior, porque son las zonas más alejadas, más oscuras y, en definitiva, en las peores condiciones.

-Consideramos que la regulación de la prostitución equivale a la aceptación y aprobación institucional de ella por lo que se dejan de emplear recursos para ayudar a las mujeres que quieran salirse. Si la regulamos, integrándola en la economía de mercado, estamos diciendo que esto es una alternativa aceptable para las mujeres y, por tanto, si es aceptable, no es necesario remover las causas, ni las condiciones sociales que posibilitan y determinan a las mujeres a ser prostituidas.

-Consideramos que cuando las barreras legales desaparecen, también desaparecen las sociales y éticas respecto al hecho de tratar a las mujeres como productos. La regulación de la prostitución supone enviar el mensaje a las nuevas generaciones de hombres de una concepción sexual basada en el patriarcado, al servicio de los hombres, desligada de la afectividad y lo emocional, de la imprescindible igualdad en la relación, de que las mujeres pueden ser productos sexuales.

-Consideramos que nadie, y menos al Estado se atrevería a sugerir a los pescadores, a los trabajadores de los astilleros, de la minería, de la construcción ni de ninguno otro sector, que una buena salida a su situación de paro sea el prostituirse ya sea bajo la modalidad por cuenta propia o ajena, ya sea en centros autogestionados por ellos o creados por la patronal. Tal atrevimiento sólo es posible porque la mayoría de las personas en situación de prostitución son mujeres.













PROPUESTAS DE ACTUACIÓN:

-Aplicar la normativa sueca que penaliza la compra de servicios sexuales y despenaliza la venta de dichos servicios. En Suecia la prostitución es considerada como un aspecto de la violencia masculina contra mujeres, niñas y niños. Es reconocida oficialmente como una forma de explotación de mujeres, niñas y niños, y constituye un problema social significativo.., la igualdad de género continuará siendo inalcanzable mientras los hombres compren, vendan y exploten a mujeres, niñas y niños prostituyéndoles. Además un tercer y esencial elemento de la ley sueca sobre la prostitución provee que amplios fondos para servicios sociales integrales sean dirigidos a cualquier prostituta que desee dejar esa ocupación; también provee fondos adicionales para educar al público. Suecia trata la prostitución como una forma de violencia contra las mujeres, en la cual se penaliza a los hombres que las explotan comprando servicios sexuales, y trata a las prostitutas, en su mayoría, como víctimas que requieren ayuda y se educa al público para contrarrestar el histórico sesgo masculino que por tanto tiempo ha embrutecido el pensamiento acerca de la prostitución.

-Apostar por una intervención preventiva de las causas frente a la represora de las consecuencias, exigiendo al gobierno y a las administraciones erradicar la precariedad del mercado laboral y las condiciones de explotación que en él se viven, que provocan el que la prostitución sea a veces la única alternativa para poder pagar las deudas o mantener a la familia. En vez de beneficiarse de los impuestos recaudados de la industria del sexo, los gobiernos deberían embargar los bienes de los clubes y la industria del sexo (que todo el mundo conoce) e invertirlos en el futuro de las mujeres que están en la prostitución proporcionando recursos económicos y alternativas reales.
-Centrar la acción en la demanda, a través de la denuncia, persecución y penalización del prostituidor (cliente) y del proxeneta. Deslegitimar social y públicamente a los prostituidores/clientes, actores responsables de esta forma de violencia. Que para hablar de prostitución se empiece a hacerlo de quien promueve y favorece la existencia de la misma: del prostituidor, del mal llamado «cliente». No hay prostitución ni mujer prostituida sin el prostituidor.

-Es necesario que los hombres comencemos a trabajar y a reflexionar sobre nuestra propia sexualidad y sobre el modelo sexual que hemos impuesto, si realmente queremos superar desigualdades.

-Erradicar la explotación internacional, precariedad laboral, hambre, pobreza y la cultura patriarcal, causas y origen de la mayor parte de la prostitución actual (el 70% de los 1.300 millones de personas en pobreza absoluta del mundo son mujeres), que el capitalismo neoliberal como sistema económico y social potencia estructuralmente.




RESULTADOS DE LAS INVESTIGACIONES SOBRE REGULACIÓN EN EL MUNDO:

-En el 2003, el gobierno de Escocia, con miras a reformar su propio enfoque a la prostitución, le encargó a la Universidad de Londres la elaboración de un análisis integral de resultados de políticas sobre prostitución en otros países. Además de revisar el programa sueco, el equipo de investigación seleccionó a Australia, Irlanda y los Países Bajos a fin de representar varias estrategias orientadas a legalizar y/o regular la prostitución. Tal como lo reveló el estudio encargado a la Universidad de Londres, los resultados en los estados bajo revisión que habían legalizado o regulado la prostitución eran drásticamente negativos. Según el estudio, la legalización y/o regulación de la prostitución condujeron a: un drástico aumento en todas las facetas de la industria del sexo, un marcado incremento en el involucramiento del crimen organizado en la industria del sexo, un dramático aumento en la prostitución infantil, una explosión en la cantidad de mujeres y niñas extranjeras traficadas hacia la región, así como indicaciones de un incremento en la violencia contra las mujeres. En el estado de Victoria, Australia, donde fue creado un sistema de prostíbulos legalizados y regulados, hubo tal explosión en la cantidad de éstos que la capacidad del sistema para regularlos fue de inmediato abrumada, y con igual rapidez esos establecimientos se convirtieron en un nido de crimen organizado, corrupción y crímenes relacionados. Además, las encuestas de las prostitutas que trabajan bajo sistemas de legalización y regulación revelan que ellas mismas continúan sintiéndose coaccionadas, forzadas e inseguras en este negocio. Una encuesta de prostitutas legales bajo la política de legalización en los Países Bajos muestra que el 79 por ciento de ellas dice querer salir de la industria del sexo. Y aunque cada uno de los programas de legalización/regulación prometieron ayuda para aquéllas que deseaban abandonar la prostitución, esa ayuda jamás se concretó en ningún grado significativo.

-En contraste, el gobierno sueco sí cumplió con proveer amplios fondos para servicios sociales destinados a ayudar a prostitutas que querían salir de la industria. El 60 por ciento de las trabajadoras sexuales en Suecia aprovechó los bien financiados programas y tuvo éxito en abandonar el comercio sexual. En apenas cinco años, Suecia ha disminuido drásticamente la cifra de mujeres dedicadas a la prostitución. En las calles de la ciudad capital, Estocolmo, la cantidad de prostitutas ha sido reducida en dos tercios y la de clientes en un 80 por ciento. En otras grandes ciudades suecas, el comercio sexual en las calles casi ha desaparecido. Y en buena medida también ha ocurrido esto con los famosos burdeles y salas de masaje que proliferaron en el país en las últimas tres décadas del siglo XX, cuando la prostitución era legal. Adicionalmente, es mínima la cantidad de mujeres extranjeras que ahora están siendo traficadas a Suecia para comercio sexual. El gobierno sueco estima que en los últimos años sólo entre 200 y 400 mujeres y niñas han sido traficadas cada año hacia este país, cifras que no son tan significativas en comparación con las 15,000 a 17,000 mujeres traficadas anualmente hacia la vecina Finlandia. Ningún otro país y ningún otro experimento social siquiera se acercan a los prometedores resultados que están siendo observados en Suecia.

-La legalización de los burdeles en Holanda ha resultado un fracaso. Esta es la conclusión publicada por el Centro de Investigación y Documentación en el 2002 encargado de hacer un balance a los dos años de la abolición de la ley que prohibía la prostitución. Para ello han sido entrevistadas varios cientos de personas entre prostitutas, dueños de establecimientos del ramo y policías. Ni las condiciones laborales y sanitarias de las prostitutas han mejorado, ni ha desaparecido el circuito clandestino. Se han dado de alta en el fisco 921 prostitutas, cuando se estima que la cifra real ronda las 30.000. Por parte oficial, ni Hacienda ha mostrado interés en obligar a sus nuevas contribuyentes a cumplir sus deberes fiscales, ni los bancos se atreven a hacer préstamos a dueños de burdeles, quienes además cada vez tienen más dificultades para encontrar personal con la documentación en regla. Con la promulgación de la ley, no solo no desaparecieron las prostitutas ilegales de países del este de Europa, sino que las que tenían permiso de estancia o eran del país pasaron a la clandestinidad, ya que de llegar a ganar 13.600 euros al mes, como afirmaba una de ellas en la prensa nacional, pasaron a ser equiparadas a los empleados de los servicios o a quienes pasean a perros o hacen compañía. La mayoría de las mujeres prostituidas de forma delictiva, al no estar incluidas en el campo regulado de la prostitución, quedaron aún más marginadas y ocultas, más indefensas. En Holanda, la prostitución ilegal y el tráfico de mujeres y niñas se han multiplicado por tres desde la legalización, y las esperadas mejoras "laborales" de las prostitutas no se materializaron (Valle, 2005).

-En Alemania que se ha regulado la prostitución, “poco ha cambiado”. “Las afiliaciones a la Seguridad Social se dan en casos aislados, fundamentalmente para no pagar impuestos” (Del As, 2005, 109).

-En el informe sobre Australia se puso de manifiesto que en el Estado de Victoria, en el cual se había legalizado la prostitución en la década de 1980, “El tráfico de mujeres procedentes del Este Asiático y dirigido al mercado del sexo va en aumento”. El aumento de la prostitución en Australia desde la legalización se ha dado en el sector ilegal. Desde la llegada de la legalización en Victoria los prostíbulos se han triplicado y se han expandido, y la mayoría de ellos no tiene licencia aunque se anuncien y operen con total impunidad (Sullivan and Jeffreys, 2001). En 1999, el número de prostíbulos en Sydney había aumentado de manera exponencial a 400-500. Las autopistas de Victoria están llenas de anuncios que ofertan a mujeres como objetos sexuales y enseñan a las nuevas generaciones de hombres a tratar a las mujeres como subordinadas.

-Según el Convenio de las Naciones Unidas para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena, de 1949, ratificado por 72 Estados: “la prostitución y el mal que la acompaña, la trata de personas... son incompatibles con la dignidad y el valor de la persona humana...”

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