La Extrema Derecha de Dios y el discurso del Odio, por Juan José Tamayo
LA EXTREMA DERECHA DE DIOS
Por Juan José Tamayo.
En América Latina, Estados Unidos y Europa estamos asistiendo a un avance de las organizaciones y partidos políticos de extrema derecha, que conforman un entramado perfectamente estructurado y coordinado a nivel global y están en conexión orgánica con grupos fundamentalistas cristianos, hasta conformar lo que Nazaret Castro llama “la Internacional neofascista” y yo califico de “Internacional Cristo-neofascista” y “Extrema derecha de Dios”.
Uno de los ejemplos más emblemáticos de esta Internacional en España es la
complicidad y total sintonía entre las organizaciones católicas españolas
ultraconservadoras HazteOír, El Yunque, Infocatólica y otras, y el partido de extrema
derecha Vox.
En Colombia fracasaron los acuerdos de paz porque los evangélicos
fundamentalistas y los católicos integristas hicieron campaña en contra alegando que en
ellos se defendían el matrimonio igualitario, el aborto y la homosexualidad.
En la
primera vuelta de las elecciones presidenciales de Costa Rica en 2018 ganó el pastor
evangélico Fabricio Alvarado con un discurso a favor de los “valores cristianos” y del
neoliberalismo y contra el aborto y el fallo de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos favorable al matrimonio entre personas del mismo sexo.
En Brasil, los partidos evangélicos fundamentalistas fueron decisivos en la
reprobación de Dilma Rousseff y en la elección del exmilitar Jair Messias Bolsonaro
como presidente del país. Son ellos realmente los que inspiran y legitiman su política
declaradamente homófoba, sexista, xenófoba y antiecológica.
El Gobierno de El Salvador parece seguir similares derroteros. En su toma de
posesión el presidente de la República, Nayib Bukele, invitó a dirigir una oración al
pastor evangélico argentino Dante Gebel, conocido por sus vínculos con pastores
ultraconservadores de Estados Unidos. La diputada de Conciliación Nacional, Eileen Romero, presentó en la Asamblea Legislativa una moción para decretar la lectura
obligatoria de la Biblia en las escuelas.
En Bolivia, los militares y los grupos religiosos fundamentalistas dieron un
golpe de Estado contra Evo Morales, presidente legítimo de la República Plurinacional,
que colocó a las comunidades indígenas en el centro de su política social, cultural,
económica y en la cartografía mundial. Y lo hicieron con la Biblia y el crucifijo para
legitimar el golpe, lavar las muertes producidas por el mismo, confesionalizar
cristianamente la política, negar la identidad de las comunidades indígenas, justificar la
represión contra ellas y desprestigiar sus cultos, calificándolos de “satánicos”.
Felizmente la ciudadanía ha devuelto la democracia a Bolivia en las elecciones
del 18 de octubre.
Tras los fenómenos aquí analizados producidos en diferentes países creo puede
hablarse de una alianza cristo-bíblico-militar-neoliberal-patriarcal neofascista que actúa
coordinadamente en todos los continentes, muy especialmente en América Latina, y
utiliza irreverentemente el nombre de Cristo. Estamos ante una crasa manipulación de la
religión y una perversión de lo sagrado que se alimenta del odio, crece e incluso disfruta
con él, lo fomenta entre sus seguidores y pretende extenderlo a toda la ciudadanía y que
nada tiene que ver con la orientación liberadora e igualitaria del cristianismo originario.
La Internacional cristo-neofascista ha cambiado el mapa político y religioso en
Estados Unidos, está cambiándolo en América Latina y va camino de hacerlo en
Europa. El salto a la política del movimiento religioso fundamentalista en alianza con la
extrema derecha supone un grave retroceso en la autonomía de la política y de la
cultura, en la secularización de la sociedad, en la separación entre Estado y religión, en
la autonomía de la ciencia, en las políticas ecológicas y en la opción por las personas,
los colectivos y los pueblos oprimidos.
El cristo-neofascismo no tiene intención de abandonar el escenario político y
religioso. He venido para quedarse, posee un importante protagonismo en la agenda
política internacional y está consiguiendo cada vez más seguidores. Actúa
coordinadamente en todos los continentes, y muy especialmente en América Latina,
utiliza irreverentemente el nombre de Cristo y defiende la “teología de la prosperidad”
como legitimación del sistema capitalista en su versión neoliberal. Y, a decir verdad, lo
hace con excelentes resultados: refuerza gobiernos autoritarios, derroca a presidentes
elegidos democráticamente, da golpes de Estado enseguida legitimados por otros
Estados y organismos internacionales, impide la aprobación de leyes en defensa de los
derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, de los derechos LGTBI y de los
derechos de la Tierra, encarcela a dirigentes políticos, etc.
¿Tendremos que resignarnos ante esta extrema derecha de Dios y sus violentas
manifestaciones? En absoluto. Coincido con la intelectual alemana Carolin Emcke en su
brillante ensayo Contra el odio (Taurus) en la necesidad de hacer un elogio de lo
diferente y lo “impuro”, enfrentarnos al odio como condición necesaria para defender la
democracia, adoptar una visión abierta de la sociedad y ejercer la capacidad de ironía y
duda, de la que carecen los generadores de odio.
Este artículo es una reelaboración actualizada y ampliada del publicado en la Agenda
Latinoamericana 2021. Una exposición más amplia y fundamentada se encuentra en mi
libro La Internacional del odio. ¿Cómo se construye? ¿Cómo se deconstruye?, que
aparecerá a mediados de noviembre en la editorial Icaria.
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