La crisis del individualismo





 ¿Y si el individualismo patriarcal estuviera viendo su fin?”

Desde que el ser humano decidió que era un ente superior y que estaba separado de la Naturaleza, allá por el siglo XVII, no han dejado de cometerse torpezas basadas en esta suprema arrogancia.

Una de las mayores, a mi entender, es lo que yo llamo la teoría de la deseabilidad de la independencia. Se trata de la idea de que todo ser humano debe ser total y absolutamente independiente y sostenerse sobre sus pies con la mínima cantidad de ayuda de su entorno.

He visto en consulta a gran cantidad de personas desnutridas emocionalmente, agotadas y deprimidas, empeñadas en seguir adelante sin apoyo, como si, caso de conseguirlo, esto les hiciera seres humanos más capaces o dotados.

Si nos fijamos en el Universo (y dejamos de mirarnos nuestro ombligo) veremos que todos los seres, grandes y pequeños, se encuentran interrelacionados. Fruto de esta interrelación surge y se desarrolla un sistema armonioso, un sistema donde la vida se hace posible.

Nacemos fruto de la unión de dos gametos, uno femenino y otro masculino. Crecemos porque nuestra madre nos dio alimento, tanto físico como amoroso. Y llegamos a ser seres sociales porque crecimos en un entorno con normas, valores, premios y castigos. Mejor o peor, con mayor o menor acierto, fueron nuestros padres quienes nos dieron la vida y nos cuidaron cuando éramos seres totalmente dependientes y vulnerables.

Al hacernos viejos/as vamos paulatinamente perdiendo la fuerza de la juventud. Nuestros órganos comienzan a deteriorarse y nuestro cuerpo se vuelve más lento y más rígido. En ocasiones, nuestros cerebros también van colapsándose y necesitamos cada vez más la ayuda y los cuidados de otros.

Si nos fijamos en nuestra línea de vida, sólo durante unos pocos años de juventud, podemos ser independientes e incluso en éstos, es posible que pasemos por etapas de fragilidad (como enfermedades, embarazos, pérdidas o duelos…) o de dificultades (hoy, más que nunca, desempleo y pobreza) que nos obliguen a pedir la ayuda de nuestra familia nuclear, nuestro Clan extenso o toda la sociedad.

Una sociedad madura y sabia es aquella que no deja que un individuo frágil, por cualquier causa, se las apañe solo. Una sociedad que acepta que la dependencia forma parte del ser humano, que todos y todas formamos parte de este sistema y que cualquiera de nosotros/as puede necesitar la ayuda de los demás miembros, utiliza gran parte de sus recursos en crear una red que sostenga a quienes pasan por un período de dependencia, dotándole, eso sí, de las herramientas necesarias para que pueda, con el tiempo, mantenerse a sí mismo o sostener a otros/as, en la medida de sus posibilidades.

La idea de que somos individuos aislados y capaces de nutrirnos de nosotros mismos, crea zombies competitivos y psicopáticos, que pasan ante las desgracias ajenas como si no fueran con ellos/as y perpetúa un sistema social individualista y capitalista, que nos ha traído hasta el lugar en que hoy en día nos encontramos.

Afortunadamente, nuestra sociedad está en crisis. De nosotros y nosotras depende entender lo que esta crisis quiere decirnos y hacer los ajustes necesarios para cambiar. O permanecer ciegos y sordos a la sencilla realidad de que cualquier sistema que no se base en el Amor está seriamente enfermo. Y ponerle tres tiritas y susurrar “curita sana” no le va a curar.


Psicóloga y Creadora de Despierta Terapias.

Artículo publicado aquí.

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