Posible fraude electoral en EE.UU.
¿ES POSIBLE MANIPULAR LOS RESULTADOS ELECTORALES DE EE.UU?
Esto es lo que escribió Kamala Harris tras las elecciones de 2016 que dieron la victoria a Donald Trump.
"El 6 de enero de 2017, la comunidad de inteligencia publicó una evaluación pública que determinó que Rusia había llevado a cabo múltiples operaciones cibernéticas contra Estados Unidos, con la intención de influir en el resultado de las elecciones presidenciales de 2016.
De repente, nuestro trabajo, una investigación sobre qué había fallado tan estrepitosamente, se convertiría en una de las iniciativas más importantes en la historia del Senado.
Mi labor en el Comité de Inteligencia y el Comité de Seguridad Nacional abarca una amplia gama de cuestiones, pero quiero centrarme en algunas de las amenazas que no me dejan dormir por la noche. Ante todo, pienso en la ciberseguridad, un nuevo frente en un nuevo tipo de batallas. Si viéramos a diario los ataques que se llevan a cabo por parte de aviones de guerra rusos, chinos, norcoreanos e iraníes sobre nuestras ciudades, el pueblo estadounidense insistiría en que respondiéramos. Pero la guerra cibernética es una guerra silenciosa. La realidad es que la guerra cibernética tiene como objetivo convertir las infraestructuras en armas y, en el peor de los casos, podría causar también bajas.
En estos momentos, ya nos están atacando. Nuestras elecciones es lo primero que me viene a la cabeza, especialmente dados los ataques perversos —y eficaces— del Gobierno ruso. La evaluación de enero de 2017 reveló lo siguiente: «El presidente ruso Vladimir Putin ordenó una campaña de influencia en 2016 dirigida a las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Los objetivos de Rusia eran socavar la confianza pública en el proceso democrático de Estados Unidos, denigrar a Hillary Clinton y dañar sus probabilidades de ser elegida y convertirse en presidenta».
Aunque muchos se han mostrado insensibles ante el cúmulo de noticias, es difícil exagerar la importancia de este hallazgo. La comunidad de inteligencia determinó, con un alto grado de fiabilidad, que los servicios de inteligencia de Rusia llevaron a cabo operaciones cibernéticas para piratear la campaña presidencial de Estados Unidos y divulgar los datos que recogieron con la intención de influir en el resultado de las elecciones.
Los agentes y propagandistas rusos vulneraron la seguridad de plataformas de redes sociales estadounidenses como Facebook, Twitter y YouTube para difundir información falsa e incendiaria sobre la secretaria Clinton y avivar la división en Estados Unidos.
Me interesaba sobre todo la amenaza de una infiltración rusa en nuestras infraestructuras electorales.
En mayo de 2018, publicamos nuestros resultados preliminares sobre la cuestión de la seguridad de las elecciones. Hicimos público que, en 2016, el Gobierno ruso había llevado a cabo una campaña cibernética coordinada contra las infraestructuras electorales de al menos 18 estados diferentes, y la cifra podría llegar a 21. Otros estados también habían detectado actividades maliciosas, que la comunidad de inteligencia no ha podido atribuir a Rusia. Lo que sí sabemos es que los operativos rusos habían escaneado las bases de datos electorales en busca de vulnerabilidades. Habían intentado entrar en ellas. Y, en algunos casos, habían conseguido penetrar en las bases de datos del registro de votantes.
Dado lo limitado de nuestra información sobre las auditorías estatales y los exámenes forenses de las infraestructuras electorales de los estados, no podemos descartar que se hayan llevado a cabo con éxito actividades que aún no conocemos.
En nuestro informe, planteamos inquietudes sobre una serie de posibles vulnerabilidades que siguen existiendo en nuestra infraestructura electoral. Los sistemas de votación están anticuados y muchos de ellos no llevan un registro de los votos en papel. Sin este registro, no hay forma de auditar de forma fiable los votos y confirmar que los números no se han modificado. Descubrimos que 30 estados utilizan máquinas de votación sin papel en algunas circunscripciones, y que cinco estados las utilizan en todas, lo que los hace vulnerables a una manipulación que no puede cotejarse ni revertirse. También descubrimos que muchos de nuestros sistemas electorales están conectados a internet, lo que los deja expuestos a ataques informáticos. Incluso los sistemas que no se conectan con regularidad a internet, se actualizan mediante programas informáticos que deben descargarse de la red.
Para ayudar a los miembros del Congreso y a su personal a comprender la naturaleza de estos riesgos, invité a un profesor de Ingeniería Informática de la Universidad de Michigan a visitar el Capitolio y demostrar la facilidad con la que un pirata informático podría cambiar el resultado de unas elecciones. Nos reunimos en una sala del Centro de Visitantes del Capitolio, donde el profesor había instalado una máquina de votación sin papel que se usaba en numerosos estados, incluyendo algunos cuyos resultados son claves como Florida, Pensilvania y Virginia. Participamos cuatro senadores —los senadores Lankford, Richard Burr, Claire McCaskill y yo— y la sala se llenó de personal que vino para entender mejor el proceso.
El profesor simuló una votación para elegir presidente, en la que las opciones eran George Washington y el infame traidor de la guerra de la Independencia Benedict Arnold. Como era de esperar, los cuatro votamos a George Washington. Pero al comprobar los resultados, había ganado Benedict Arnold. El profesor había usado un código malicioso para piratear el software de la máquina de votación y asegurar la victoria de Arnold, independientemente de lo que hubiéramos votado los cuatro.
Nos dijo que la máquina era muy fácil de piratear, tanto que, en una demostración en otro lugar, la había convertido en una consola de videojuegos para jugar al comecocos. ¿Te imaginas?
La infraestructura electoral de Estados Unidos está formada por máquinas anticuadas y funcionarios locales que a menudo tienen poca o ninguna preparación en materia de amenazas cibernéticas. Si pensamos en cuántas grandes empresas han sufrido filtraciones de datos, a pesar de haber invertido en la mejor seguridad cibernética que el dinero puede comprar, nuestra vulnerabilidad se vuelve aún más evidente. Algunos podrían pensar que es alarmista hablar en estos términos, pero creo que deberíamos prepararnos para defendernos contra el peor de los casos: que los agentes extranjeros se centren en estas máquinas anticuadas y manipulen los recuentos de votos. Visto el esfuerzo sin precedentes de Rusia para socavar la confianza en nuestro sistema electoral mientras intentaba interferir con el resultado de unas elecciones presidenciales, no hay duda de que el Kremlin está envalentonado, junto con otros agentes gubernamentales y no gubernamentales, para intentarlo de nuevo.
A finales de diciembre de 2017, junto con otros senadores, presentamos un proyecto de ley —la Ley de Elecciones Seguras— que protegería a Estados Unidos de futuras interferencias extranjeras en nuestras elecciones.
La propuesta, fruto de las audiencias y los testimonios ante los Comités de Seguridad e Inteligencia Nacionales, mejora el intercambio de información sobre seguridad cibernética entre las agencias federales y estatales. Crea un proceso mediante el cual los funcionarios electorales reciben una autorización de seguridad de alto secreto, lo que les permite conocer a tiempo material clasificado (como cuando nos enteramos de que Rusia había atacado sus máquinas). Establece directrices claras para los expertos con el fin de proteger los sistemas electorales, que incluyen, por ejemplo, la necesidad de papeletas de papel. Rusia puede ser capaz de piratear una máquina a distancia, pero no puede piratear un trozo de papel. Y proporciona 386 millones de dólares en subvenciones para mejoras de la seguridad cibernética.
Sorprendentemente, a pesar del apoyo de ambos partidos al proyecto de ley, aún no ha sido aprobado en el Senado de Estados Unidos.
Aunque se presentó casi un año antes de las elecciones de mitad de mandato de 2018, LA CASA BLANCA SE OPUSO AL PROYECTO DE LEY, y el líder de la mayoría del Senado se negó a debatirlo.
Y por eso no puedo dormir por las noches, porque conozco la escala de nuestras vulnerabilidades y sé que las medidas que deberíamos tomar inmediatamente se han estancado sin ninguna justificación.
Kamala Harris
Del Libro: “Nuestra verdad”
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