La verdad de Kamala Harris frente a las mentiras de Donald Trump.

 


En los años  en que gobernó Trump, hemos visto  una Administración que  se entiende  con
 supremacistas blancos dentro de nuestras fronteras y queda bien con dictadores
 fuera de ellas; que arrebata a niños pequeños de los brazos de sus madres en una
 esperpéntica  violación  de  los  derechos  humanos;  que  reduce  drásticamente  la
 presión  fiscal  sobre  las  empresas  y  los  millonarios  mientras  ignora  a  la  clase
 media;  que  desbarata  nuestra  lucha  contra  el  cambio  climático;  que  sabotea  la
 sanidad y pone en peligro el derecho de las mujeres a controlar su propio cuerpo; 

 todo  ello  mientras  parece  atacar  a  todo  y  a  todos,  incluida  la  idea  misma  de  la
 libertad e independencia de la prensa. 

 Somos  mejores  que  eso.  Los  estadounidenses  sabemos  que  lo  somos.  Pero
 vamos a tener que demostrarlo. Vamos a tener que luchar por ello. 

  Thurgood Marshall, pronunció un discurso que resulta de lo más pertinente:
—No podemos hacer como los avestruces —dijo—. La democracia no puede prosperar en el terror. La libertad no puede abrirse paso entre el odio. La justicia no puede echar raíces en la rabia. Estados Unidos debe ponerse a trabajar. Debemos discrepar de la indiferencia. Debemos discrepar de la apatía. Debemos discrepar del miedo, el odio y la desconfianza. Nuestra lucha debe empezar y terminar diciendo la verdad.

Creo que no hay antídoto más importante y trascendental para estos tiempos que la confianza recíproca. Dar y recibir confianza. Y uno de los ingredientes más importantes de las relaciones de confianza es decir la verdad. Lo que decimos es importante. Lo que queremos decir. El valor que damos a nuestras palabras, que tienen valor para los demás.

Necesitamos decir la verdad: que el racismo, el machismo, la homofobia, la transfobia y el antisemitismo existen en este país, y que necesitamos hacerles frente. Necesitamos decir la verdad: que, excepto los nativos americanos, todos descendemos de personas que no nacieron en nuestras costas, independientemente de que nuestros antepasados llegaran a Estados Unidos por voluntad propia, con la esperanza de un futuro próspero; por la fuerza, en un barco de esclavos; o a la desesperada, para huir de un pasado terrible.

No podemos crear una economía que proporcione dignidad y calidad de vida a los trabajadores estadounidenses a menos que primero digamos la verdad; que estamos pidiendo al pueblo que haga más con menos dinero y que viva más tiempo con menos seguridad. Los salarios no han subido en cuarenta años, pese a que el coste de la sanidad, la educación y la vivienda se ha disparado. La clase media vive al día.

Debemos decir la verdad acerca de las cárceles masificadas: que metemos en prisión a más personas que ningún otro país del mundo, sin motivo. Debemos decir la verdad acerca de la brutalidad policial, de los prejuicios raciales, del asesinato de hombres negros desarmados. 

Debemos decir la verdad acerca de las empresas farmacéuticas, que introdujeron el consumo de opiáceos adictivos en muchas comunidades, abusando de su confianza; y de los préstamos de salario 1 y las universidades con afán de lucro que han exprimido a estadounidenses vulnerables y los han cargado de deudas. 

Debemos decir la verdad acerca de la avaricia de las empresas depredadoras que han convertido la liberalización, la especulación económica y el negacionismo del cambio climático en su credo

Y eso es precisamente lo que pienso hacer.


Kamala Harris.




(Del prólogo del libro "Nuestra verdad")


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