Transgénero arrepentidos: cuando la operación no soluciona el problema.
También los problemas que se les presentan a los psicólogos, que son presionados por las clínicas de reasignación para que den la conformidad necesaria para realizar las transiciones. Una de estas vió cómo 35 psicólogos renunciaban a sus puestos de trabajo por disconformidad con la filosofía de la clínica.
Cómo un psicoterapeuta que ha apoyado los derechos trans durante años, se ha visto inmerso en una pesadilla Kafkiana por investigar cuánta gente trans se arrepiente de haber transitado.
Nadie podría acusar al psicoterapeuta James Caspian de ser un intolerante o de tener prejuicios contra las personas trans. Sus credenciales LGBT —esto es lesibanas, gais, bisexuales y transgénero— son impecables.
Porque este hombre menudo, comedido y homosexual no sólo es miembro del consejo de la fundación caritativa transgénero Beaumont Trust, también ha dedicado más de una década de su vida a tratar a cientos de pacientes que querían cambiar su género.
Caspian publica trabajos académicos sobre la materia, colabora en la redacción de libros y se dirige a algunas de las mentes más brillantes de la profesión médica en conferencias alrededor del mundo —y ha hecho una extensa labor enseñando a colegas psicoterapeutas sobre concienciación transgénero.
Si existe un experto en este campo es James, de 58 años. Pero, últimamente, a James se le han atragantado las cada vez más frustrantes políticas que rodean al lobby trans, tras intentar llevar a cabo un estudio sobre personas transgénero que fue bloqueado por la Bath Spa University por ser ‘políticamente incorrecto’.
¿La naturaleza de su investigación? Hacer preguntas sobre el creciente número de personas que está cambiando de género para posteriormente arrepentirse de ello.
El activista LGBT James Caspian ha hecho campaña por los derechos de las personas transgénero durante años. Pero recientemente, tras sugerir que el creciente número de jóvenes que está cambiando de género puede acabar arrepintiéndose, se le colocó la etiqueta de ‘políticamente incorrecto’.
“No soy anti-trans. He ayudado a cientos de personas en sus tránsitos, pero cuando empecé la investigación preliminar me quedé de piedra con lo que descubrí”, dice. “No fue tanto el hecho de que parece haber un número creciente de gente joven, particularmente mujeres, que están haciendo el tránsito, sino que había muchísimas de ellas que parecían estar revirtiendo su transición más adelante.”
“Algunas de esas jóvenes mujeres decían que sentían que habían cometido un error, pero que habían sido influenciadas por una especie de movimiento social reforzado a través de internet. Cuando hablé con algunos de mis colegas sobre lo que estaba descubriendo, uno de ellos me dijo: ‘Creo que se supone que no debemos hablar sobre eso'”.
La discusión está siendo anulada por una minoría de la comunidad LGBT, pequeña pero ruidosa, que parece tener en su agenda el redibujar los límites de los derechos trans a cualquier coste. Y este es precisamente el motivo por el que esta investigación es tan importante.
“Creo que hemos llegado a un punto como sociedad en el que la gente tiene miedo de decir lo que piensa, y eso no es bueno en el campo en el que trabajo”.
James no está solo en su preocupación. Desde que el mes pasado hablara públicamente en una entrevista a Radio 4 en la BBC, sobre la censura alarmante que se está imponiendo en el debate acerca de la identidad de género, dice haber sido inundado de mensajes de apoyo.
Una mujer trans le mandó el siguiente mensaje: “Conozco mucha gente, entre la que me incluyo, que apoya completamente tu investigación y ha sido muy esperanzador escucharte hablar sobre un tema tan importante en la actualidad. La gente joven tiene que entender el gran paso que ha dado. Esperemos que la universidad recobre el sentido común. Te mando mis mejores deseos”.
Sin embargo, el sentido común parece haber salido volando por la ventana en este ámbito en particular.
James quiere señalar que se preocupa profundamente por las personas transgénero, pero dice que también se preocupa por los jóvenes impresionables que pueden estar tomando decisiones precipitadas y arrepintiéndose de ello.
“Quiero ser completamente claro. No creo que haya ningún problema en que la gente explore con la identidad de género”, dice. “Sin embargo, algunas personas están recibiendo tratamientos médicos y sometiéndose a intervenciones quirúrgicas de las que luego se arrepienten”.
Cuando la gente habla de que los y las jóvenes hagan el tránsito, puede que no se estén entendiendo del todo lo trascendental que es hacerlo.
“Implica tratamientos que pueden ser del todo irreversibles, como las histerectomías, las mastectomías y la cirugía genital”. “Se necesita administrar hormonas de por vida. Cambia absolutamente todo —la glándula pituitaria, el cerebro, todo— y siempre hay un riesgo de efectos secundarios. Por ejemplo, la hormona testosterona puede aumentar los glóbulos rojos, lo que hace que haya un mayor riesgo de ataques al corazón e infartos”.
Caspian elige cuidadosamente sus palabras. Tiene que ser cauteloso en lo que dice por miedo a ser masacrado por esa minoría ruidosa.
“El miedo parece definir el debate en torno a los derechos trans”, dice. “Si desafías a los extremistas serás acusado de transfobia —prejuicios contra las personas transgénero”.
Casi parece absurdo que James se vea en esta situación, siendo uno de los más reconocidos expertos en temas transgénero de Reino Unido.
Después de graduarse por la Universidad de Westminster con un grado en Chino, decidió que quería ser psicoterapeuta e hizo un master en el National College of Hypnosis and Psychotherapy.
Había desarrollado interés por los asuntos transgénero tras elaborar su disertación acerca las personas transexuales en China, y en 2001 fue contactado por una fundación caritativa transgénero para formar parte de su consejo: The Beaumont Trust.
También es miembro de la Asociación Mundial de Profesionales por la Salud de las Personas Transgénero. Hasta principios de año, también era miembro del consejo del órgano regulador oficial de psicoterapia, el UK Council for Psychotherapy. Mantuvo el puesto durante dos años, en los cuales tuvo el papel de consultor de un grupo de trabajo que diseñaba un ‘Memorandum de Entendimiento’ sobre los asuntos transgénero. Se trata de un acuerdo en el procedimiento para tratar a los y las pacientes, adquirido entre varios grupos de profesionales de la salud, asociaciones religiosas y colectivos LGBT.
El tema en que se centraba era delicado: la llamada ‘terapia de conversión’. Se refiere a la práctica de querer alterar la orientación sexual de un individuo o su identidad de género mediante terapia psicológica. Se trata de una práctica que data de comienzos del siglo XX, cuando la homosexualidad y la transexualidad se consideraban enfermedades que podían ser tratadas.
Todos los miembros del grupo de trabajo —incluido James— acordaron que la terapia de conversión debía ser prohibida.
James, sin embargo, quería que se especificara en el memorandum que hay algunas personas que se arrepienten de su tránsito y que hay pacientes que pueden tener otros problemas psicológicos subyacentes. Sin entrar en detalles sobre estos hechos irrefutables, temía que se impidiera que los profesionales de la salud exploraran las potenciales razones más profundas para que un paciente dijera que quería cambiar de sexo.
El comité, que incluía profesionales de la salud y representantes del grupo LGBTIQ (I de intersex y Q de queer) Pink Therapy y la Asociación de Terapeutas Cristianos; finalmente decidió no incluir las recomendaciones de James.
El Memorandum de Entendimiento se hará efectivo este mes. En la práctica, podrá evitar que un terapeuta, ante una persona que quiera cambiar de sexo, intente explorar cualquier posible razón ulterior tras semejante decisión. Y esto perturba mucho a James.
“Ningún terapeuta ético intentaría imponer su propia visión de cómo debería ser su paciente —pero sí debería poder explorar si su identidad de género es realmente un problema psicológico”, dice. “Necesitamos un marco que permita a los terapeutas explorar libremente otros problemas subyacentes que pueden estar presentes en el paciente antes de que empiece con el tratamiento de reasignación de género, sin que tengan miedo de ser acusados de estar aplicando terapia de conversión.”
“El Memorandum de Entendimiento dice que debemos aceptar cualquier identidad de género que el cliente diga poseer sin hacer preguntas”. “Yo fui una de las pocas personas que entendía el tránsito desde un punto de vista clínico y que no era activista, así que no tenía ningún interés personal —solo preocupación por los clientes y los profesionales”, dice. “Cuando vi la prohibición de la terapia de conversión, dije: ‘Si no tenéis cuidado, vais a hacer pensar a la gente que no pueden cuestionar nada de lo que sus pacientes les digan, y eso es peligroso'”.
“Ya hay muchos terapeutas que se han puesto en contacto conmigo para decirme que están preocupados porque si un cliente joven —digamos de 16 años— acude a ellos con una serie de problemas de salud mental o un historial de abusos sexuales y dice, ‘quiero transitar al género opuesto’, no será seguro para el terapeuta decir: ‘Bueno, vamos a echarle un vistazo al abuso sexual que sufriste. ¿Puede tener algo que ver con la relación que tienes con tu cuerpo?’. Porque eso podría considerarse terapia de conversión.”
“Una psicoterapeuta que trabaja con jóvenes me llamó anoche para decirme que está preocupada porque este memorandum simplifique las cosas a un nivel peligroso. Me dijo: ‘Si todo lo que hiciera fuera afirmar que mis pacientes son trans sin explorar ningún problema mental que pudieran tener, no creo que fuera capaz de ayudarles de manera apropiada'”.
“Por los mismos motivos, la gente tiene miedo de que no sea seguro admitir en la consulta a aquellas personas que quieran destransitar, es decir, deshacer su ‘cambio de sexo’. Digamos que una mujer trans ya no está feliz en el género al que transitó y quiere volver a vivir como hombre. ¿Podría el terapeuta que le asista ser acusado de terapia de conversión?”
“Insistí mucho para que se especificara en el documento que ‘reconocemos que algunas personas se arrepienten de transitar y deciden revertir el tránsito, y otras que cambian de opinión a lo largo del proceso’. Pero cada vez que traté de que quedara por escrito lo rechazaban.”
“Hay muchos activistas en el seno de la comunidad LGBT y me dio la sensación de que todos los demás les tenían miedo. Uno de ellos me llamó por teléfono y me dijo: ‘¿Vas a bloquear este memorandum?’ Obviamente no era mi intención bloquearlo, sino hacerlo seguro para todo el mundo. Fue una conversación telefónica muy larga y bastante intimidante. Sentí que cualquier cosa que dijera iba a ser interpretada como amenaza. Me dio la sensación de que esta persona no estaba preparada para escuchar nada de lo que yo estaba diciendo. Me puso los pelos de punta literalmente. Ese miedo infundado es tremendamente poderoso.”
“El problema es que los activistas sienten que solo ellos tienen derecho a hablar de este tema y que a cualquiera que discrepe con ellos más le vale ir de puntillas si no quiere que le acusen de transfobia.”
“Pasé noches sin poder dormir por culpa de este memorandum. Me levantaba a las 3 de la mañana preocupado y sin dejar de pensar en ello. En esos momentos, sinceramente sentía que era la única persona en el mundo que velaba por los intereses de las personas que se habían arrepentido después de transitar. Ninguno de los participantes en la redacción del documento sabía cómo sufre esta gente a la que yo estaba investigando.”
James decidió embarcarse en esta investigación después de hablar con el internacionalmente respetado Dr Miroslav Djordjevic, un profesor de urología y cirugía en la Belgrade School of Medicine de Serbia, cuando coincidió con él en una conferencia hace tres años.
“Dr Djordjevic lleva a cabo un montón de cirugías de reasignación de género con pacientes de todo el mundo. El año pasado dijo que había hecho siete operaciones para revertir este tipo de cirugía en personas que se habían sometido a ella para transitar de hombre a mujer, y que se arrepintieron y quisieron volver atrás. Esto implica obviamente que no se pueden recuperar sus genitales masculinos, así que el doctor estaba haciendo faloplastias, es decir, reemplazos cosméticos que se desarrollaron en la Primera Gerra Mundial para los soldados que habían sufrido lesiones muy graves.”
“Me dijo que su trabajo parecía sugerir que el porcentaje de personas que destransitaban estaba incrementando y que hacía falta una investigación seria al respecto”.
“Decidí hacerlo, así que fui a la Bath Spa University y me apunté para un Master en Terapia y Psicoterapia, y empecé a hacer los estudios preliminares.”
“Tradicionalmente, la gente siempre ha creído que los índices de arrepentimiento entre aquellos que hacen el tránsito están entre el 1 y el 5%, así que la actitud general en el ambiente transgénero es que, siendo tan bajos, no es algo realmente importante. Pero esto se basa en estudios antiguos de los 80 y los 90.”
“Mis estudios preliminares sugerían que esos porcentajes estaban totalmente desfasados. Sólo hay que prestar atención a los crecientes números de personas que se arrepienten y revierten sus tránsitos contándolo en internet, en páginas web y blogs. El año pasado, un grupo de mujeres jóvenes de Estados Unidos que habían destransitado, tuvieron su primera convención sobre el tema”.
Hay muchísimas publicaciones en internet de personas que se arrepienten de cambiar de género. Y todas ellas son lecturas desesperadamente tristes. Tomemos, por ejemplo, la mujer anónima de 30 años que había transitado a hombre y ahora está destransitando, y que escribió recientemente en un blog: ‘No culpo a nadie más de mi estupidez. Sólo desearía haber aprendido a quererme a mí misma antes de poner mi vida patas arriba con todo esto. Me he estado inyectando testosterona durante cuatro años y medio, y he pasado por una doble mastectomía y una histerectomía. Sé que en algún momento podré someterme a cirugía de reconstrucción de pecho, pero me preocupa cómo me tratará la gente hasta que pueda re-feminizar mi cara, mi cuerpo y hasta que pueda arreglar mi problema de calvicie’.
James, que es un hombre tremendamente sensible que empezó su vida laboral como auxiliar de enfermería psiquiátrica, mueve la cabeza de lado a lado: “Mucha de la gente joven que acude a las clínicas de género tiene un historial de problemas de salud mental como auto-lesión, ansiedad social, desórdenes alimenticios etc. Estas personas muchas veces ven el tránsito como su panacea.”
Además, James asegura que la proporción de gente que acude a las clínicas de género y que están en el espectro autista es aproximadamente seis veces más alta que en la población general.
“La justificación de los activistas es, ‘Oh, eso es porque son trans, así que si no sufrieran discriminación por ello y les dejaran ser ellos mismos y transitar, no tendrían problemas de salud mental’. Esto es demasiado simplista. Yo quería investigarlo para llegar a la verdad.”
En noviembre de 2015, James entregó su primera propuesta de título para su Master de Investigación: ‘Análisis de las experiencias de personas que se han sometido a cirugías de reversión de previas operaciones de reasignación de género’, y fue aceptado.
“Algunas personas se pusieron en contacto conmigo para decirme que habían revertido su reasignación de género, pero que estaban tan traumatizadas que no querían hablar de ello. Esto fue lo que me hizo darme cuenta de lo importante que era esta investigación.”
“Más tarde se puso en contacto conmigo un grupo de mujeres jóvenes en los Estados Unidos. Habían transitado de mujeres a hombres, se habían sometido a dobles mastectomías, y después habían re-transicionado para ser mujeres de nuevo. Habían dejado el tratamiento hormonal que eliminaba sus ciclos menstruales, pero no querían cirugía para reconstruir sus pechos. Quise incluirlas en mi investigación, puesto que algunas de ellas decían que su decisión inicial de hacer el tránsito a hombres había estado condicionada por presiones sociales y políticas y no por razones psicológicas.”
Fue entonces cuando, en octubre de 2016, decidió cambiar el título de su trabajo: ‘Análisis de las experiencias de personas que se han sometido a un procedimiento de reasignación de género y/o han revertido el tránsito de género’.
James aceptó que la investigación podía no ser ‘políticamente correcta’, pero sentía que era importante.
Al mes siguiente la universidad rechazó su propuesta alegando que ‘la publicación de material desagradable en blogs y redes sociales puede ir en detrimento de la reputación de la universidad’.
“Lo único que quería hacer a través de mi investigación era escuchar lo que la gente estaba experimentando y dar fe de ello”, dice James. “La sociedad está cambiando tan rápido que hay un montón de gente que no está segura del lugar que ocupa en ella y están tratando de encontrarse. El hecho es que la idea de las identidades trans está entrando en las aulas y está por todo internet.”
“Realmente creo que está bien que las personas que han hecho el tránsito tengan sus derechos y que se reconozca legalmente su género. Se ha luchado durante años para conseguirlo y es algo muy importante.”
“Algunas personas necesitan hacer el tránsito y se benefician de ello. Es un campo complejo, motivo por el que necesitamos ser capaces de tener una discusión sana y seria sobre ello y no tener miedo de hacerlo.”
“Esto se ha convertido en una especie de extraño enredo Kafkiano. Alguien tiene que desafiarlo”.
https://somoslamitad.wordpress.com/2018/02/02/como-un-psicoterapeuta-que-ha-apoyado-los-derechos-trans-durante-anos-se-ha-visto-inmerso-en-una-pesadilla-kafkiana-por-investigar-cuanta-gente-trans-se-arrepiente-de-haber-transitado/
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Una clínica de reasignación de género se ha visto afectada por 35 renuncias de psicólogos en tres años, que advierten sobre "sobrediagnósticos" de disforia de género entre los niños.
Los denunciantes dijeron que a muchos niños se les estaba administrando medicamentos para bloquear la pubertad cuando no deberían haber recibido el diagnóstico.
Los trabajadores dijeron que no pudieron evaluar adecuadamente a los pacientes por temor a que se los califique de "transfóbicos".
Las inquietudes fueron planteadas por seis psicólogos que renunciaron al servicio de identidad de género para niños de Londres en los últimos tres años.
Un psicólogo, que deseaba permanecer en el anonimato, dijo: "Nuestro temor es que los jóvenes sean diagnosticados en exceso y luego sobremedicalizados".
"Estamos extremadamente preocupados por las consecuencias para los jóvenes ... Para aquellos de nosotros que anteriormente trabajamos en el servicio, tememos haber tenido asientos en primera fila para un escándalo médico".
Treinta y cinco psicólogos han renunciado al Servicio de Desarrollo de Identidad de Género de Londres (GIDS) en el Tavistock and Portman NHS Foundation Trust desde 2016, revela la investigación de Sky News.
Un psicólogo dijo: "Me saltaron las alarmas... No me sentía capaz de expresar mis preocupaciones, y cuando lo hice, a menudo me hicieron callar otros colegas. Mirando hacia atrás, hay jóvenes a los que ahora no les aconsejaría medicarse".
Los datos muestran que el número de niños tratados en el Servicio de Desarrollo de Identidad de Género (GIDS) ha aumentado más de treinta veces en una década, de 77 a 2.590
El GIDS en Camden, al norte de Londres, es donde los niños con disforia de género son tratados en el NHS.
El servicio tuvo 2.590 pacientes jóvenes referidos el año pasado, en comparación con solo 77 pacientes hace una década.
Desde niños menores de 18 años y, en casos raros, algunos tan pequeños como de tres.
En una declaración, el GIDS dijo que apoya a cada joven caso por caso, como individuo.
“GIDS adopta un enfoque considerado y reflexivo, y apoya a los médicos para que se involucren abierta y solidariamente con los pacientes y los padres.
'Hemos llevado a cabo entrevistas de salida con todo el personal que sale para comprender sus motivaciones e identificar cualquier área de preocupación.
"El trabajo es exigente y las presiones de operar en un servicio ocupado que enfrenta un alto nivel de críticas injustas son intensas, sus motivaciones son individuales".
Las personas con disforia de género experimentan incomodidad o angustia porque sienten que hay una falta de coincidencia entre su sexo biológico y su identidad.
Casi a la mitad de los niños tratados en el GIDS se les prescriben bloqueadores hormonales que detienen la pubertad, que se reanuda cuando el paciente deja de tomar los medicamentos.
Esto les da a los niños el tiempo para considerar si realmente quieren hacer la transición al sexo opuesto.
Pero las drogas interfieren con la producción natural de hormonas y pueden causar cambios de humor.
La siguiente etapa es la terapia hormonal. Los jóvenes toman testosterona, si están en transición a un hombre, o estrógenos, si cambian a una mujer. Normalmente, esto no se administra a personas menores de 16 años porque es irreversible y eventualmente puede hacer que los pacientes sean infértiles.
La cirugía de reasignación de género, el paso final en la transición de un sexo a otro, está reservada para pacientes mayores de 18 años.
Thomasin, que pasó la mayor parte de su adolescencia identificándose como hombre, volvió a ser mujer este año a la edad de 19 años. En la clínica Tavistock se le había diagnosticado disforia de género a los 17 años, pero nunca le recetaron medicamentos.
Thomasin revirtió su proceso de transición este año, después de darse cuenta de que estaba luchando con su sexualidad como lesbiana. Dijo que se alegraba de no haber tomado medidas irreversibles para convertirse en hombre. "Principalmente, lo que me estaba azuzando era que no encajaba y luego fui lentamente persuadida por esta idea de que podías cambiar de sexo".
https://www.telegraph.co.uk/news/2019/12/12/childrens-transgender-clinic-hit-35-resignations-three-years/
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Detransicionadoras: Personas que quieren volver atrás en su “transición”
¿Por qué sabemos tan poco de las personas que han “detransicionado”?
En ocasiones, el silencio se debe a que puede parecer una crítica para aquellos que no lo han hecho, aunque lo hayan pensado multitud de veces. En paralelo, las comunidades médica y farmacéutica se ven puestas en tela de juicio en lo referente a su rápida actuación y expansión sin previas investigaciones sobre lo que puede suceder a largo plazo cuando alguien se somete a la “transición”.
La realidad es que esto (el fracaso en la supuesta mejora en la vida de pacientes que habían transicionado) no se divulga. Es más, en internet no se puede encontrar, prácticamente, información en español; se encuentra en inglés, escribiendo detransitioners. Allí, vamos a localizar páginas de grupos que se han organizado contando sus experiencias, con el objeto de expresarse y servir de orientación a quienes viven un proceso parecido.
Lo primero que se extrae al leerles o escucharles es que, cuando detransicionan, se aíslan o les hacen el vacío. Ya no pertenecen a ese grupo combativo de la T; les han “traicionado” y se apartan o les apartan. A partir de ahí, comienzan a reemprender su vida aceptando su sexo, algunas con efectos secundarios ya irreversibles, como la esterilidad o alteraciones en la estatura, y otros, como la pérdida de pelo o el peso, más o menos recuperables.
En las comunidades que se han organizado se cuentan los diferentes caminos que siguieron para iniciar su transición: unos mostrando signos iniciales en la primera infancia y otros adoptando el modelo de disforia de género de inicio rápido (ROGD). Significativamente, la mayoría de estas personas, son mujeres, que se identificaron como “hombres trans”, pero se arrepintieron. Buena parte lo hicieron cuando llevaban años de tratamiento, convencidas de que ni la terapia de reemplazo hormonal, ni “vivir como su género deseado” ni la cirugía de reasignación sexual son eficaces para el tratamiento de “disforia” con el paso del tiempo. Con esto muy claro, las detransicionadas exploran en sus vivencias individuales para saber qué les había podido llevar a desear ser de otro sexo.
En todas estas comunidades se hacen la misma pregunta:
“¿Por qué estamos medicando a personas que no se conforman? ¿Por qué les damos a los niños y niñas la opción de tomar una decisión médica que altera la vida basada en el sexismo, cuando ni siquiera pueden hacerse un tatuaje? ¿Por qué les estamos diciendo a las chicas que no quieren quedar atrapadas en la trampa de la feminidad, «oh, bueno, en realidad debes ser un niño»?”
La homosexualidad también es, en muchos casos, un nexo común. De hecho, encontramos que muchas mujeres han hecho una transición forzada (en su caso, lo que podría considerarse como una nueva terapia de conversión) que se han dado cuenta de que no son “trans”, sino lesbianas.
En esas mismas comunidades, continuamente, dicen que nadie les ofreció la posibilidad de poder afrontar su desconformidad, su “disforia”, con ayuda psicológica y/o acompañamiento, que todo fue muy rápido, que les “creyeron” enseguida. Y así, comenzaron los bloqueadores, las hormonas cruzadas, después las operaciones y el intento de remediar el fracaso de las operaciones. Una tras otra hasta 9 operaciones para volver a su sexo original sin éxito, y con un sinfín de complicaciones, incluida la pérdida de trabajo.
Hasta el momento, los países de los que constan más datos sobre detransición son EEUU, Canadá y Reino Unido, esto es, aquellos en los que las leyes de ‘identidad sexual’ llevan más tiempo, o la población tiene mayor poder adquisitivo. Sin embargo, ya están revelándose grupos en Latinoamérica. En Chile en concreto, trabaja un grupo de detranscionadas, nuevamente mujeres, que alertan de cómo ha cambiado su vida o lo que perdieron por la hormonación y/o cirugía a la que fueron sometidas (una de ellas, por ejemplo se quedó bajita; otra, con barba y calvicie…).
En España se está tratando de aprobar una ley que va a facilitar aún más esa “transición”, particularmente en la infancia y adolescencia. Pero, ¿se puede medicar a los mismos niños y niñas que no dejarías a solas en casa, ni mucho menos tatuarse, porque te fías de que quiere ser de otro sexo? ¿Les habéis explicado lo que significa tomar bloqueadores con la misma contundencia con que les decís por qué no pueden tatuarse por su cuenta? ¿Habéis buscado otra opinión, en otro campo? ¿Qué vais a hacer cuando, como pasa en otros países, se encaren con vosotros diciendo que por qué se lo habéis permitido?
Hay varios países que se han adelantado y ya han constatado su fracaso. Eso debería servirnos de experiencia. En estos días Reino Unido acaba de iniciar la marcha atrás en su ley de ‘autoidentificación de género’. Aquí en cambio, muchos medios sirven, cada vez más, de eco y aliento a los padres y madres que, sumándose a la moda (y a lo que la industria médico-farmacéutica les induce), creen y permiten la medicación a sus pequeños y pequeñas, para que parezcan de otro sexo. En tres o cuatro años, seguramente, querrán detransicionar, porque ya habrán comprobado que el sexo no se puede cambiar, y lo que querían es que les dejasen jugar, fantasear y hacer lo que más les divertía, sin verse limitados por su sexo.
Si no tenéis bastante información, lo dicho, hay que buscar en inglés “detransitioners”. Eso sí, preparaos, porque no es una realidad suave.
http://mujeresenlucha.es/2020/06/30/detransicionadoras-personas-que-quieren-volver-atras-en-su-transicion
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