El arte moderno se inventó hace miles de años.

 


Muchos de los hallazgos del arte contemporáneo ya habían sido  hallados hace miles de años.  El arte de la antigüedad está lleno de ejemplos de que ha habido búsquedas parecidas en diferentes épocas.
Y es que lo importante no es que el arte sea nuevo, puesto que todo en el arte se ha inventado ya demasiadas veces, lo importante es que el arte sea emocionante.


No solo en las pinturas rupestres aparecen motivos que nos recuerdan estilos actuales. También en la escultura de la antigüedad hay hallazgos que podríamos definir como cubistas.
Es el caso de esta cabeza de época celta que se custodia en el museo de Dublín:


Lo mismo pasa con este canecillo románico de Navarra:


O estas diosas de la antigüedad, que nos hacen dudar acerca de si proceden de un museo arqueológico o de un centro de arte moderno.




En la antigua Grecia, los pintores competían por ofrecer ideas originales. En cierta ocasión, un pintor apareció en la pinacoteca de Atenas con un cuadro sorprendente: estaba pintado a rayas amarillas y blancas.
El cuadro no se ha conservado, pero podría ser algo así:


En aquel momento se rieron de su ocurrencia. Si llega a nacer en el siglo XX hoy sería un pintor venerado, y muchos estudiosos se ocuparían de él.

Conclusión: el arte tiene que ser libre. No debe sujetarse a los dictámenes de las modas, ni de los críticos, ni de los comerciantes. 

Desde los inicios del siglo XX existe la obligación de ser innovador. Hay que ser rompedor, hay que ser transgresor...y todo para alimentar el negocio de unos pocos y contentar a los nuevos ricos caprichosos. 

Se nos ha querido vender la idea de que el arte es patrimonio de la aristocracia y de la burguesía. Nada más falso. El arte es de todos, de toda la humanidad.

Desde mediados del siglo XX se nos reitera que el Arte ya no tiene sentido porque ha habido unas guerras mundiales, ha habido un Auswitch y ha habido una Hiroshima. ¡Todo lo contrario! Precisamente porque ha existido el horror, nos hace falta el Arte.

Pero no se trata de crear nuevos movimientos artísticos, que nunca son verdaderamente nuevos. Se trata de ser capaz de crear belleza y de que esa belleza produzca sentimientos y emociones
Eso es de verdad el Arte, con mayúsculas. 






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