Sin impuestos no hay crecimiento económico ni justicia social.

 


La teoría del goteo prometía que si se bajaban impuestos a los ricos, se acabaría beneficiando también al resto porque ese dinero se invertiría e impulsaría la economía.
Esta idea, cuyo principales defensores fueron Ronald Reagan y Margaret Thatcher, se ha convertido en un dogma para los economistas neoliberales, sin embargo, es totalmente falsa.

La tendencia bajista de impuestos para los más ricos en los países anglosajones comenzó unos años antes de la llegada al poder de Ronald Reagan (EE.UU.) y Margaret Thatcher (Reino Unido), pero fueron estos dos mitos del liberalismo político quienes apretaron la palanca de los descensos masivos de impuestos para lo más adinerados, con bajadas de más de 40 puntos en el impuesto sobre los ingresos de los más ricos durante sus respectivos mandatos.



Los economistas británicos David Hope y Julian Limberg han tratado de responder a esa pregunta en un reciente estudio para la London School of Economics (LSE).

Limberg da una primera pista sobre sus hallazgos: "Los gobiernos no deberían preocuparse por las consecuencias económicas de subir los impuestos a los ricos".

No mejoró el crecimiento económico

Para responder a la pregunta, los académicos entraron al laboratorio e introdujeron en sus probetas las reformas impositivas que habían realizado casi dos decenas de países entre 1965 y 2015.

En un tubo fue cayendo la evolución económica de los países (Francia, EEUU, Japón, Reino Unido, Alemania, etc.). En otro, los impuestos y exenciones: impuestos sobre la renta, los dividendos del capital, sobre herencias y propiedades…

Ahí aparecieron un compendio de cifras como la tasa máxima del impuesto sobre los ingresos de los más ricos de EE. UU (del 91% al 37%), o la de Reino Unido (que desde cotas similares pasó a menos de un 50%) u otros países europeos y asiáticos con caídas de alrededor de 10 y 15 puntos.

Con todos esos datos listos, los investigadores agitaron la fórmula para comparar su trayectoria con países homologables que no habían acometido tales reformas impositivas y ver así cómo se habían comportado sus economías.

Y los efectos que detectaron fueron cercanos a cero. Es decir, las economías de los países que bajaban impuestos no habían generado un mayor crecimiento económico añadido ni habían creado más empleo.

"Nuestra investigación muestra que la argumentación económica para mantener bajos los impuestos a los ricos es débil", reflexiona Hope.

Una conclusión con la que concuerda Ignacio González, investigador y profesor de Economía de la American University: "La evidencia de que menores impuestos al capital estimulan la inversión es muy escasa".

"Lo que observamos, más bien, es que el periodo de reducción de impuestos ha sido también un periodo de estancamiento de la inversión", le explica a BBC Mundo desde Washington D.C (EE.UU).

"Esto puede ocurrir por diferentes razones. En primer lugar, si un inversor tiene un objetivo de beneficios que ha visto satisfecho precisamente gracias al hecho de que estos están poco gravados, ¿qué incentivo tiene para invertir más dinero? Es decir, puede que los economistas no hayan entendido el comportamiento de los inversores y que éste no se ajuste a lo que predice la teoría clásica", apunta.

"En segundo lugar, los economistas también han subestimado la cantidad de ingresos del capital que no son fruto de inversión productiva y arriesgada, sino que reflejan una simple extracción de rentas procedentes del resto de la economía y que, como tal, deben ser gravadas a unos tipos mucho más elevados.

"Por ejemplo, los beneficios que una empresa obtiene al ejercer su poder de monopolio, o las elevadas rentas de alquiler que obtienen el propietario de capital inmobiliario en el centro de una gran ciudad. Hay mucha evidencia de que este tipo de rentas han aumentado en las últimas décadas", argumenta el economista.

Parece que los dioses de la economía no respondieron con los dotes esperados al sacrificio ofrecido, según estos expertos.

Porque hubo un sacrificio, un precio a pagar: "Los grandes recortes de impuestos para los ricos, desde los años 80 sobre todo, han aumentado la desigualdad de ingresos, con todos los problemas que eso conlleva", sentencia Hope, coautor del estudio de LSE.

El mito de la meritocracia es falso: la mayoría de los multimillonarios partieron de sustanciosas herencias recibidas, según el Instituto Peterson para la Economía Internacional, que rastreó la procedencia de las fortunas de los multimillonarios en más de 70 países. Así, en grandes economías europeas como Alemania, España o Francia, el 65%, el 54% y el 51% de las fortunas multimillonarias provienen de herencias.

El mito de la meritocracia moderna habla de emprendedores que se hicieron millonarios comenzando con una idea en un pequeño garaje o taller. Enseguida vienen a la cabeza casos paradigmáticos: Bill Gates (Windows), Steve Jobs (Apple),… pero en muchos países buena parte de las fortunas no son tan románticas, de acuerdo al estudio.

No corregir estos desequilibrios en la circulación de riqueza a través de impuestos y otras medidas redistributivas tiene consecuencias económicas y sociales, según los expertos.

La mayoría de los estudiantes de economía han escuchado el argumento de que lo que importa es la pobreza, no la desigualdad. Esta era una visión normativa muy extendida en las facultades de economía, especialmente en la década de los 90 y 2000", explica González, de la American University.

"Esta idea se basa en la concepción errónea de que las rentas de mercado son las que 'nos merecemos', lo que convertiría a los impuestos en sospechosos desde un punto de vista moral. La cuestión distributiva se convierte, por construcción, en un 'problema menor', y sólo habría que garantizar lo suficiente a los pobres".

Y advierte sobre algunas apelaciones a la meritocracia: "Esta visión tiene poco sentido por una razón muy obvia: las rentas del mercado están determinadas por una multitud de factores completamente exógenos al esfuerzo individual, incluyendo las políticas, como el propio sistema impositivo. Por lo tanto, más allá de la consideración moral sobre la distribución resultante, la base fáctica de ese tipo de argumentos es completamente falaz".

La ausencia de sistemas impositivos fuertes genera problemas sustanciales para combatir la pobreza.

Unos sistemas tributarios inadecuados, así como la evasión y la elusión de impuestos, cuestan a América Latina miles de millones de dólares en ingresos tributarios perdidos, unas cantidades que podrían y deberían invertirse en luchar contra la pobreza y la desigualdad", advierte en sus informes la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

En la región, el 10% más rico posee el 71% de la riqueza y tributa sólo el 5,4% de su renta, según sus datos.


Es hora de dar un paso adelante en materia de impuestos, apunta González desde Washington, que no niega las dificultades de desandar el camino:

"La conclusión es que debemos perder el miedo a gravar el capital, porque a tipos impositivos razonables, no hay evidencia de que los impuestos tengan efectos negativos sobre el crecimiento. Y en cualquier caso, esto se puede paliar mejorando el diseño del esquema impositivo y aumentando la coordinación internacional".

Porque las consecuencias son incluso más profundas que las que afectan al propio funcionamiento del sistema económico, alertan cada vez más voces.

"Los paraísos fiscales y los abusos en relación con los impuestos […] están destruyendo el contrato social entre el gobierno y el ciudadano, al permitir que los que podrían aportar más a la sociedad no paguen los impuestos que les corresponden en justicia", advierte la Cepal.

Jesús Moreno. BBC News.

Puedes leer este artículo de la BBC World aquí.



















Comentarios

Entradas populares de este blog

La Sexalescencia.

Presidentes republicanos - presidentes demócratas. Crítica.

Donald Trump: prototipo del hombre sin escrúpulos.