Técnicas de estudio fáciles y muy efectivas


Técnicas de estudio:

El Horario:

Dedicar las horas mejores, en que estás más ágil, a lo más difícil.

Si tu tiempo es muy limitado, necesitas dedicar todo aquél de que dispongas a los temas en los que puedas conseguir más puntos. Es decir, concentrarte en aprender bien el material que es importante para el curso y que no sea difícil de aprender. Probablemente tendrás que desentenderte del material y los temas difíciles que necesiten un tiempo considerable para aprenderlos y entenderlos. Tratar de aprender un concepto muy complejo cuando podrías estar consolidando material más sencillo es una pérdida de puntos. Pregúntate a ti mismo/a dónde es más probable que consigas más puntos y concentra allí tus esfuerzos. Cuando el tiempo es escaso debes ser muy selectivo en lo que haces.

Variación

Cambia de materia de estudio, esto ayuda a prolongar por más tiempo la concentración. Si se dedica una hora a una materia determinada haciendo dos descansos de cinco minutos, se podrán dedicar otras dos horas a materias distintas con descansos un poco más prolongados (de unos diez minutos, sin que descienda realmente el nivel de concentración).

Relajación

Un estado de relajación favorece la concentración y un estado receptivo de la mente. Cada vez que vayas a realizar un trabajo intelectual, tómate dos minutos para relajarse. La respiración y la relajación están muy vinculados. La puerta de un estado de relajación es la respiración lenta. Para alcanzar un estado psico-físico de relajación, respira cinco veces de la siguiente manera: inspire muy lentamente, contando hasta ocho, retienes también durante ocho segundos, y expulsas el aire lentamente contando hasta ocho. Luego de esto, tómate un minuto para relajar el cuerpo, simplemente tomando consciencia del estado de relajación en este orden: extremidades inferiores, extremidades superiores, tronco, cuello, cabeza. Con cada práctica la relajación muscular progresiva se hará más efectiva y profunda.


Disciplina. 

Es necesario crear una rutina de estudio o de trabajo intelectual. Los horarios crean hábitos, y éstos facilitan la concentración.

Para realizar un buen Mapa Conceptual puedes seguir estos pasos:


1.- Conforme vayas leyendo, identifica las ideas o conceptos principales y escríbelos en una lista.

2.- Desglosa la lista, escribiendo los conceptos separadamente en una hoja de papel, esa lista representa como los conceptos aparecen en la lectura, pero no como conectar las ideas.

3.- El siguiente paso será ordenar los conceptos desde el más general al más especifico en orden descendiente.

4.- Ahora arregla los conceptos que has escrito en pedazos de papel sobre tu mesa o escritorio, empieza con el que contenga la idea más general.

5.- Si la idea principal puede ser dividida en dos o más conceptos iguales pon estos conceptos en la misma línea o altura, y luego ve poniendo los pedazos de papel relacionados abajo de las ideas principales.

6.- Usa líneas que conecten los conceptos, y escribe sobre cada línea una palabra o enunciado que aclare porque los conceptos están conectados entre sí.

LA SESIÓN DE ESTUDIO


Hay que acostumbrarse a seguir siempre un orden. Sugerimos el siguiente:

1. Comenzar a estudiar con decisión (tan pronto como uno se siente en la silla). En cuanto uno se sienta a estudiar, debe desencadenarse en el cerebro el reflejo de que comienza ya la sesión de estudio, sin más preámbulos. Así, la actividad intelectual se pondrá en marcha de forma automática, sin esfuerzo.

2. Es aconsejable comenzar a estudiar un tema por su aspecto más fácil y agradable o que ofrezca más interés. A medida que se va profundizando en los contenidos, será más fácil acceder a lo que entraña una mayor dificultad.

3. Los puntos más difíciles deben abordarse cuando el nivel de atención y concentración sea máximo.

4. Dejar los trabajos sencillos que no necesitan mucha atención para cuando se esté más cansado: dibujar, pasar apuntes en limpio, hacer trabajos manuales...

5. Descansar periódicamente. El estudiante normal necesita descansar cada cincuenta o sesenta minutos.

Tras la primera hora de estudio, cinco minutos son suficientes para hacer unas cuantas respiraciones profundas frente a la ventana, desentumecer los músculos, estirar las extremidades, hacer algunas flexiones, beber un vaso de agua....

A partir de la segunda hora de estudio, el tiempo de descanso deberá ampliarse a quince, veinte, o treinta minutos.

No conviene dejar la sesión de estudio cuando haya una cuestión muy difícil que no se ha logrado resolver, sino en algún aspecto de interés y agrado que haga fácil la reanudación del estudio.


Abandonar el lugar de estudio si se altera el estado de ánimo, por ejemplo, si uno se encuentra irritado o dominado por los nervios, o bien se tienen dificultades para mantener la atención. El lugar de estudio sólo debe utilizarse con tranquilidad y concentración.


HAZ ALGO, ¡NO PERMANEZCAS SENTADO SOLAMENTE!
Conviene que agregues acciones físicas concretas a tu vista, al mero hecho de leer. Una mente activa aprende más que la pasiva, aunque la enseñanza tradicional (ineficiente y obsoleta) exija la atención pasiva durante largos ratos, escuchando la presentación del profesor. Los estudiantes activos emplean mucho menos tiempo que los pasivos, y se presentan más seguros al examen o al aplicar los conocimientos.

Ejemplos de actividades:

1. Subrayar y destacar.

2. Marcar o escribir en los márgenes.

3. Resumir y organizar la estructura básica de los textos.

4. Parafrasear en forma escrita u oral (repetir lo leído con otras palabras).

5. Asociar los textos con imágenes, escenas, etc.

6. Emplear reglas mnemotécnicas (ver MEMORIA).

7. Generar preguntas y contestarlas.

8. Asumir el rol del maestro (imaginarlo o hacerlo real) sobre el material estudiado.

9. Hacer Mapas Conceptuales.

10. Enseñar a compañeros de estudio o dialogar con ellos sobre una materia.


 

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