¿HOY SE VALORA EL TRABAJO DURO?
¿HOY SE VALORA EL TRABAJO DURO?
Los políticos hablan mucho sobre el valor del trabajo duro, pero la verdad es que la economía dejó de recompensar y valorar el trabajo duro hace mucho tiempo, desde la década de 1970.
Fue entonces cuando las empresas estadounidenses, en lugar de invertir sus beneficios en los trabajadores, decidieron que solo debían responsabilizarse de sus accionistas. Así, mientras la economía mejoraba un 74 % entre 1973 y 2013, la remuneración de los trabajadores aumentó solo un 9 %. En la década de 1980, el presidente Reagan redujo los impuestos para las empresas y para los accionistas. Se opuso al aumento del salario mínimo. Se opuso a la idea misma de salario mínimo. Desmanteló los sindicatos, la fuerza más poderosa en la lucha en favor de los trabajadores. Eliminó las regulaciones gubernamentales.
Ese fue el comienzo de una nueva era de egoísmo y avaricia. Y fue
terriblemente eficaz. Los beneficios de las empresas se han disparado, pero los trabajadores estadounidenses no han conseguido un aumento de sueldos significativo en cuarenta años. Y, sin embargo, al parecer, no avergüenza a nadie que los directores generales ganen más de trescientas veces el salario de su trabajador medio.
Si lo único que les queda a los trabajadores son las migajas, ¿qué clase de economía estamos construyendo en realidad?
Entre 2003 y 2012, las empresas del índice S&P 500 6 gastaron el 91 % de sus beneficios en recompras y dividendos para los accionistas. Eso deja solo un 9 % para invertir en la empresa, en todo, desde la investigación y el desarrollo hasta los salarios de los trabajadores. ¿Cuáles han sido las consecuencias de esto? Han sido magníficas para el 1 % de los hogares estadounidenses más ricos, que ahora poseen el 40 % de la riqueza de la nación, lo que supone unos 40 billones de dólares. Pero ha sido una pesadilla financiera para la clase media. Según una investigación de la fundación
Los políticos hablan mucho sobre el valor del trabajo duro, pero la verdad es que la economía dejó de recompensar y valorar el trabajo duro hace mucho tiempo, desde la década de 1970.
Fue entonces cuando las empresas estadounidenses, en lugar de invertir sus beneficios en los trabajadores, decidieron que solo debían responsabilizarse de sus accionistas. Así, mientras la economía mejoraba un 74 % entre 1973 y 2013, la remuneración de los trabajadores aumentó solo un 9 %. En la década de 1980, el presidente Reagan redujo los impuestos para las empresas y para los accionistas. Se opuso al aumento del salario mínimo. Se opuso a la idea misma de salario mínimo. Desmanteló los sindicatos, la fuerza más poderosa en la lucha en favor de los trabajadores. Eliminó las regulaciones gubernamentales.
Ese fue el comienzo de una nueva era de egoísmo y avaricia. Y fue
terriblemente eficaz. Los beneficios de las empresas se han disparado, pero los trabajadores estadounidenses no han conseguido un aumento de sueldos significativo en cuarenta años. Y, sin embargo, al parecer, no avergüenza a nadie que los directores generales ganen más de trescientas veces el salario de su trabajador medio.
Si lo único que les queda a los trabajadores son las migajas, ¿qué clase de economía estamos construyendo en realidad?
Entre 2003 y 2012, las empresas del índice S&P 500 6 gastaron el 91 % de sus beneficios en recompras y dividendos para los accionistas. Eso deja solo un 9 % para invertir en la empresa, en todo, desde la investigación y el desarrollo hasta los salarios de los trabajadores. ¿Cuáles han sido las consecuencias de esto? Han sido magníficas para el 1 % de los hogares estadounidenses más ricos, que ahora poseen el 40 % de la riqueza de la nación, lo que supone unos 40 billones de dólares. Pero ha sido una pesadilla financiera para la clase media. Según una investigación de la fundación
United Way, el 43 % de los hogares no puede pagar los gastos básicos: un techo, la comida en la mesa, el cuidado de los niños, los gastos médicos, el transporte y un teléfono móvil.
Kamala Harris
"Nuestra verdad"
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